REPRESENTAR EL PAISAJE
John Constable, 1776-18379 (pintor inglés, Pintor al aire libre. Estilo romántico) “Dar a un breve momento arrebatado, al tiempo huidizo, una existencia duradera y serena”.
He tomado esta frase de Constable para aludir al tema de la representación en las artes visuales, y como esta influye en la manera como nos adentramos en los hechos y momentos cotidianos por un lado y en la tonalidad emotiva de esa experiencia por otro lado. Reconociendo que una representación no es nunca una réplica, sino mas bien que la acción de ella, lleva implícita en su concepción una disposición mental y de conocimiento, cuya agrupación arrastra en si, una especie de fabricación heredada, un vocabulario de representación heredado, que el artista ha adquirido. Por otro lado la acción (la creación, la producción) ese hacer motivado, que presupone y codifica una apuesta de espacio social, histórica y psicológica. En esta caso el planteamiento de Constable sostiene en sus propios estudios del paisaje, una postura que es llevada desde los ámbitos de sostenimiento de una experiencia, a un estudio de las apariencias naturales (participar con el paisaje). Quizá – Descubrir una verdad visual, la toma de un riesgo creativo, dejando de lado aquella participación de las obras dentro de los sistemas de modos que aludían una imagen épica e idílica. Mi reflexión se codifica en ese riesgo de asumir una postura ante el paisaje, en que la obra recorre sus propios modos de representación, que buscan y buscarán caminos de aceptación, ante el juego de lectura que aquí les propongo (obra – espectador), cuyos límites se construyen entre las expectativas, posibilidades y probabilidades de reacción ante la imagen resultante como expresión. Quizá este juego signifique una suma de preguntas de las cuales no todas tendrán respuesta en la actualidad, pero que el tiempo de aceptación ira propiciando sus resultados y nuevos discursos, así como interrogantes que le harán bien al espacio de recorrido – al establecimiento – en la educación de la mirada cuya misión nos compromete en los diversos ámbitos en que nos desenvolvemos, y en el que la exploración de lo propio, requiere ambiciosamente situarse desde una postura amplia, alta (tajantemente); tan igual como cuando nos ubicamos en la sima y observamos el cielo y la geografía en la distancia. Mi noción es anticipar y esconder, creando una especie de ilusión, la ilusión del paisaje, ilusionar el paisaje, desde el material, desde la acción de caminar y presenciar, desde la huella que se traslada de un lugar a otro, desde el impacto fragilizado de luz y de su camino, desde los surcos gravitatorios y avanzados del cerro, desde las islas construidas por el río. Todo ello, en el requerimiento y juego de vigilancias, que sitúan su compleción en y desde la propia experiencia de los espectadores.
Rubén Fernández Silva / Artista Visual / texto para inauguración proyecto: Muro-Paisaje-Materia, 2014
EL SILENCIO DEL PAISAJE
Texto para catálogo exposición en galería Marina del Sol, Talcahuano, agosto del 2013.
El silencio abismante
El silencio como un eco profundo
El silencio eterno y contemplativo
El silencio quieto y perplejo
Que paraliza los pies y las manos
El silencio sublime
El silencio doloroso
El silencio que enluta
El silencio frágil
El silencio oculto y oscuro
El silencio sordo y mudo
El silencio frío y húmedo
El silencio gris y opaco
El silencio carne y hueso
El silencio solitario
El silencio vacío
El silencio ciego
El silencio doloroso
El silencio cómplice
El silencio presuroso e instantáneo
El silencio que espera debajo del puente
Mientras las luces flotan en la línea indecisa
El silencio del camino
Que se recoge en la distancia.
TEXTO PARA CATÁLOGO EXPOSICIÓN EN LA PINACOTECA UNIVERSIDAD DE CONCEPCIÓN
(mayo del 2011)
“En el corazón del aire y la neblina”
Vivo en el corazón del aire y la neblina. Observo la distancia de los cerros que circulan y se mueven alrededor de la ciudad.
Descienden las nubes sobre las habitaciones celestes, grises y rosas; cubriendo sus formas, sus cuerpos levantados; sus frentes y sus ventanas.
Descienden las nubes y se transforman en sombra transparente, en sueño y en despertar; en plástico y en zinc. En brillo pasajero, en cerco y en reja.
Vivo en el corazón del aire y la neblina, aquietando el tiempo desde dentro. Imaginando las palabras, los pasos y los ruidos. Sosteniendo el espacio que separa la ventana del río, del puente y de los árboles.
Vivo en el corazón del aire, en la presencia de blancos abundantes y metálicos; en donde el viento nutre la luz y se hace imagen envolvente. Y la luz recorre las calles, los límites y el cielo. La luz es el blanco, apoyado en los cercos, que atraviesa las rendijas, las paredes y los visillos.
Vivo en el corazón de la neblina, debajo de los árboles, en las sombras que se mueven con un ritmo calmo. Las sombras tiernas, las sombras grises, que se disuelven por la luz que las aprisiona y las sacude ceremoniosamente.
Respiro el aire de las chimeneas, su olor y su espesa negrura. Desfilan ladridos continuos en el aire y escarban la tierra, el barro y la humedad.
Sueño y soy, en la inmensidad del aire; en el vacío profundo que se apodera del sol y lo enluta.
MURO Y PAISAjE
Texto para catálogo del proyecto Muro-Paisaje-Materia, marzo 2015
Se presume y se anticipa como una idea entre el muro y la ciudad. La arquitectura actúa como soporte, como ventana y espejo. Creando una relación (vínculo), un encuentro entre las formas habituales del paisaje, y aquellas que van naciendo desde la mirada, desde el recorrido y desde la asimilación.
Las formas aquí concebidas, creadas, reformuladas; son una especie de desafío para el observador; entre aquello que es y aquello que deja una pregunta abierta. Las formas son el resultado de lo concreto que se va desintegrando paulatinamente hasta crear una mixtura de relaciones entre las cosas y las ideas de esas cosas. Lo proyectado es una ilusión. Quizá una casualidad.
La geografía es puesta en escena, en evidencia. Recomponiendo los bordes y los límites, la tierra y el aire. Y la ciudad va nutriendo el hacer, desde una pasividad envolvente, desde la bruma, desde el vacío, desde las distancias.
El hombre busca su paisaje, convive con su paisaje, vive de su paisaje, sueña con su paisaje, muere en su paisaje.
El hombre contempla su paisaje desde lo alto, lo recorre, construye caminos, lo zanja, lo aprieta y lo acomoda. Le crea cercos y lo limita.